Nunca en su corta pero prometedora carrera Alexander Zverev había regresado de un juego que comenzó con dos sets en contra. Sin suerte para Pablo Carreño Busta es que el alemán supo hacerlo en su semifinal ante el asturiano en el US Open, el primer gran tras el estallido de la pandemia de coronavirus y el primero desde 2014 que abre las puertas a un ganador de Grand Slam que no es llamado Roger Federer, Rafael Nadal o Novak Djokovic.
Tras un partido de tres horas y 22 minutos, con un 6-3-6, 2-6, 6-3, 6-4 y 6-3, es Zverev, y no Carreño, quien mantiene las opciones de ser el nuevo campeón. Pero el desafío para lograrlo será inmenso. Su rival será el austriaco Dominique thiem, Número 3 del mundo, que en la otra semifinal de la jornada, un partido impresionante, derrotó Daniil Medvedev 6-2, 7-6 (9-7) y 7-6 (7-5).
Caminos inversos
Cuando Zverev y Carreño salieron en la segunda semifinal de sus carreras en una gran pista cavernosa Arthur Ashe, vacío de sus 23.000 espectadoresFue el gijón quien se encaminó directo a la que habría sido su primera pelea por una grande a los 29 años. El gran golpe parecía al alcance de la mano. Todo funcionó para él y nada para el alemán, un bombardero de 23 años cuyo servicio asesino parecía haberse ido y que en los dos primeros sets se ahogó en un tsunami de errores no forzados sin ningún rescatador táctico mientras Carreño estaba el ejemplo de la coherencia.
No por nada, sin embargo,Sascha“Zverev es séptimo en el mundo y quinto sembrado en Nueva York y era favorito ante Carreño, 27 en la clasificación ATP y 20 en Nueva York. En el tercer set, el nuevo discípulo de David Ferrer logró romper el segundo servicio de Carreño y, pese a la reacción inmediata y la pausa del mismo, también el siguiente. Con una ráfaga de ases directos, ganó el tercer set. Y una estadística ayuda a entender el giro: de 36 errores no forzados en las dos primeras entradas, Zverev había caído a solo tres en la tercera. E inició una remontada que no tendría contratiempo y Carreño no podría frenar.
Oportunidad perdida
La derrota de Carreño dolió, no solo por hacer dos sets, sino sobre todo por perder una oportunidad sin precedentes en la larga era de los 3 grandes. Y Carreño admitió ante la prensa que fue difícil incluso valorar los elementos positivos a sacar de estas semanas, que hay algunos, como haber jugado a un alto nivel durante su viaje a Nueva York y ganar el título de doble que ganó en el Masters 1000 de Cincinnati con el australiano Alex De Minaur.
Este viernes fue peor que su anterior derrota en semifinales en Flushing Meadows, que jugó en 2017 contra Kevin Anderson. Como era la primera, estaba feliz de llegar a la penúltima vuelta, pero “ahora no es suficiente“.
“Necesito continuar. Estoy jugando bien, me siento cómodo en la cancha, no puedo parar ahora ”, dijo Carreño, quien inmediatamente regresó a Europa para jugar en Roma y Roland Garros. Pero con la herida aún sangrando, era difícil pensar en lo que vendría y no en lo que estaba tan cerca y se escapó. “Tengo tiempo, pero hoy es difícil pensar en eso. Sé que tengo que seguir, pero quizás mañana lo haga ”.