Vivir en la ignorancia

La ignorancia es una bendición

Al principio, pensé que esto parecía trillado o artificial, como una forma de “arrancar de los titulares” para captar audiencia y ratings. Pero al ver algunos de mis programas de televisión favoritos me di cuenta de algo importante. Nosotros -y esto me incluye a mí- hemos vivido en la ignorancia durante demasiado tiempo.

¿Conoces la frase “la ignorancia es una bendición”? Significa que si no sabes nada de algo, no tienes que preocuparte por ello – o esencialmente, ignorarlo.    Pero no es eso lo que nos ha traído hasta aquí – donde las tensiones son altas y la gente se “atrinchera” en su lado de una cuestión sin considerar todas las perspectivas. ¿No es la ignorancia parte del problema?

Este año he aprendido mucho sobre estos temas candentes. Me he esforzado por informarme para no participar -con personas con las que estoy de acuerdo y con las que no- con un punto de vista desinformado.    Pero esto va más allá de debatir con amigos -y quizás en las redes sociales con desconocidos- los méritos de una u otra posición. Se trata realmente de educar y concienciar y de apoyar a quienes nos rodean y merecen todos los derechos que nosotros mismos tenemos.

Vivir en la ignorancia significa

Vivimos en una época de acceso a la información sin precedentes. Y en esta época de refugios en el país y en el mundo, el deseo de noticias puede ser mayor que nunca, al menos para algunas personas. Pero, ¿realmente queremos toda esta información, todo el tiempo? Es posible que algunos prefieran tener pensamientos más felices y mantener una perspectiva (excesivamente) optimista sobre la amenaza sanitaria a la que nos enfrentamos. Por otro lado, otros pueden preferir no saber qué hacen los vaivenes del mercado con sus ahorros para la jubilación.

En trabajos recientes se ha comprobado que las personas prefieren a veces menos información, incluso cuando esto significa que no pueden tomar decisiones totalmente informadas. Sin embargo, se sabe poco sobre la prevalencia de esta evasión. ¿Quiénes son las personas que eligen la feliz ignorancia en lugar de enfrentarse a la realidad?

Mientras que los trabajos anteriores han analizado decisiones aisladas, los investigadores de las universidades Carnegie Mellon, Northwestern y Harvard se propusieron medir el deseo de información en distintos ámbitos de la vida. ¿Son algunas personas generalmente reacias a aprender información que podría ser dolorosa, o tiene la mayoría de la gente algunas áreas de su vida en las que les gustaría enfrentarse a la verdad y otras en las que preferirían permanecer desinformados? Para responder a estas preguntas y medir las preferencias individuales a la hora de obtener o evitar información, se elaboraron 11 escenarios que incluían tres ámbitos -salud personal, finanzas y percepción de los demás sobre uno mismo- en los que había información que podía ayudar al encuestado a tomar mejores decisiones pero que podía ser dolorosa de conocer. Para cada escenario, más de 2.000 encuestados indicaron si querían recibir información o permanecer ignorantes.

Ejemplo de ignorancia de la realidad

Ejemplos de “La ignorancia es una bendición” La ignorancia, o la falta de conocimiento, no suele considerarse algo bueno. Sin embargo, puede haber situaciones en las que se es más feliz sin saber la verdad. Una expresión común utilizada para describir estas situaciones es “La ignorancia es una bendición”. Esta frase es un modismo, lo que significa que no debe tomarse literalmente. Las expresiones idiomáticas pueden ser llamativas, pero no pueden interpretarse como un hecho real. Mira algunos ejemplos de “la ignorancia es una bendición”.

Puedes ver cómo esta frase no está pensada para ser tomada literalmente. Gray fue poeta, erudito clásico y profesor del Pembroke College de Cambridge. Sin duda, no es un hombre opuesto al conocimiento. Más bien, se puso a filosofar sobre una época en la que pudo ser ignorante: en su infancia. Sin duda, los niños saben menos que los adultos y, por tanto, pueden disfrutar de sus días sin el proverbial “peso del mundo” sobre sus hombros. Así que, aunque la ignorancia no es exactamente la felicidad, puede hacer que las cosas parezcan más ligeras y despreocupadas.

La ignorancia es una bendición

Como han demostrado los recientes acontecimientos políticos a ambos lados del Atlántico, la ignorancia está de moda. Los políticos se jactan de que “no soy un científico” o de que la gente está “harta de los expertos”, y más que la pericia, la falta de experiencia se enmarca como una credencial. En este clima, aumentan las noticias falsas y se aceptan las mentiras flagrantes de quienes ocupan puestos de autoridad, mentiras que moldean las creencias de la población. El resultado es que, aunque vivimos en la era de la información, no parece que estemos bien informados. En su nuevo libro “Understanding Ignorance”, el filósofo Daniel DeNicola explora esta tendencia, examinando la abundancia, la resistencia y las consecuencias de la ignorancia. Aquí comenta sus argumentos.

Yo lo llamaría una convergencia de intereses académicos y acontecimientos actuales. Durante años, impartí un seminario para estudiantes de primer año llamado Secretos y Mentiras. Estudiábamos las cuestiones éticas relacionadas con la ocultación y la revelación de la verdad, tanto a nivel interpersonal como gubernamental. Pero con el tiempo, me atrajo la idea de pensar en las formas en que el secreto y la mentira construyen y explotan nuestra ignorancia, y en las dimensiones éticas de la interacción entre el saber y el no saber. Mientras tanto, el ideal democrático de una ciudadanía educada se volvía pintoresco, ya que nuestra vida pública parecía convertirse en una ignorancia política y voluntaria. Llegué a la conclusión de que, para hacer frente a la “cultura de la ignorancia”, primero tenemos que entender la naturaleza de la ignorancia.