Comentario al evangelio de cada día

Reflexiones sobre el adviento y la navidad

Conexión dominical Fácil de imprimirDios nos habla de muchas maneras, incluso a través de las lecturas dominicales de las Escrituras. La Conexión dominical ofrece antecedentes y actividades útiles para comprender mejor las lecturas de las Escrituras del próximo domingo, ayudándole a conectar las Escrituras con la vida diaria de una manera significativa.Cuarto domingo de Adviento, ciclo CSDomingo 19 de diciembre de 2021Las lecturas de este domingo Primera lecturaMicah 5:1-4

En este último domingo antes de Navidad, la lectura del Evangelio nos prepara para presenciar el nacimiento de Cristo, mostrándonos cómo Jesús fue reconocido como el Mesías largamente esperado por Israel incluso antes de su nacimiento. El Evangelio dirige nuestra atención desde el ministerio de Juan el Bautista hasta los acontecimientos que precedieron al nacimiento de Juan el Bautista. La historia de Juan el Bautista y de sus padres, Isabel y Zacarías, sólo se relata en el Evangelio de Lucas. Lucas empareja el nacimiento de Juan el Bautista y el de Jesús, estableciendo la temprana conexión de Juan con el Mesías.

Nuestra lectura del Evangelio recuerda las acciones de María tras el anuncio del nacimiento de Jesús por parte del ángel Gabriel. María va a visitar a Isabel, su prima, que también está embarazada. Isabel saluda a María con pleno reconocimiento del papel que ellas y sus hijos no nacidos desempeñarán en el plan de salvación de Dios. Si siguiéramos leyendo los versículos que siguen en el Evangelio de Lucas, escucharíamos que María responde al saludo de Isabel con su canto de alabanza, el Magnificat. Ambas mujeres recuerdan y se hacen eco de la historia de Dios de mostrar su favor al pueblo de Israel.

Homilías y reflexiones diarias católicas

1ª Lectura (Sof 3,1-2.9-13): Así dice el Señor: ¡Ay de la ciudad rebelde y contaminada, de la ciudad tirana! No escucha la voz, no acepta la corrección; en el Señor no ha confiado, a su Dios no se ha acercado. Porque entonces cambiaré y purificaré los labios de los pueblos, para que todos invoquen el nombre del Señor y le sirvan de común acuerdo; desde más allá de los ríos de Etiopía y hasta los confines del Norte, me traerán ofrendas.

En ese día no tendrás que avergonzarte de todas tus obras, de tus acciones rebeldes contra mí; porque entonces quitaré de en medio a los fanfarrones orgullosos, y ya no te enaltecerás en mi santo monte. Pero dejaré como remanente en medio de ti un pueblo humilde y humillado, que se refugiará en el nombre del Señor: el remanente de Israel. No harán ningún mal ni dirán ninguna mentira, ni se hallará en su boca una lengua engañosa; pastarán y apacentarán sus rebaños sin que nadie los moleste.

Jesús dijo a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Cuál es vuestra opinión? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: ‘Hijo, sal hoy a trabajar en la viña’. El hijo respondió: “No quiero”, pero después cambió de opinión y fue. El hombre se dirigió al otro hijo y le dio la misma orden. Éste respondió: “Sí, señor”, pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?”. Respondieron: “El primero”. Jesús les dijo: “Os aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas entran en el Reino de Dios antes que vosotros. Cuando Juan vino a vosotros por el camino de la justicia, no le creísteis; pero los recaudadores de impuestos y las prostitutas sí. Y aun viendo eso, no cambiasteis luego de opinión y le creísteis”.

El evangelio hoy

La pregunta es muy buena. Todos deberíamos tratar de entender, de todo corazón, qué debemos hacer para heredar la vida eterna. Por supuesto, el problema es que este estudioso de la ley no hizo esta pregunta con sinceridad y apertura. Más bien, le hizo esta pregunta a Jesús para poner a prueba a nuestro Señor. Este erudito, al igual que otros escribas, fariseos, saduceos y ancianos, tenía envidia de Jesús y buscaba encontrar faltas en él. Este erudito parecía estar preocupado porque Jesús estaba enseñando en contra de la Ley de Moisés. ¿Pero qué hace nuestro Señor? No dice nada más que devolver la pregunta al erudito, preguntándole: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la lees?”. El erudito responde correctamente, según la Ley de Moisés, y Jesús le responde: “Has respondido correctamente; haz esto y vivirás.” Así, la prueba fue superada.

Lo que es interesante y útil para reflexionar en este intercambio es la forma en que Jesús responde a este erudito. Porque Jesús conocía el corazón del erudito, y porque sabía que este erudito no estaba preguntando con humildad y apertura, Jesús respondió con gran prudencia, invitando al propio erudito de la ley a responder su propia pregunta. Aunque no seamos capaces de leer el corazón de los demás de la forma en que lo hizo nuestro Señor, deberíamos aprender una lección de Él sobre cómo responder a los demás que tienen como objetivo engañar, atrapar, poner a prueba y tergiversar nuestras palabras si no están de acuerdo con nosotros. Esto es especialmente importante en cuestiones de fe y moral. Si te esfuerzas por vivir el Evangelio con todo tu corazón y te encuentras con la “prueba” de los demás como resultado de la vida santa por la que te esfuerzas, reflexiona sobre las acciones de Jesús aquí. Con demasiada frecuencia, cuando otro nos desafía o nos pone a prueba, nos ponemos a la defensiva e incluso nos ofendemos. Como resultado, podemos entrar en discusiones de ida y vuelta que dan poco o ningún fruto. Jesús no discutió. No permitió que esta prueba lo hiciera tropezar. Más bien, se limitó a ofrecer respuestas que no podían ponerse en duda. Jesús sabía que este erudito no estaba interesado en las verdades espirituales más profundas. Sólo le interesaba encontrar fallos. Por lo tanto, no pudo ofrecer el mensaje más profundo y completo del Evangelio.

Reflexiones diarias católicas

Marta, cargada de mucho servicio, se acercó a él y le dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para hacer el servicio? Dile que me ayude”. El Señor le contestó: “Marta, Marta, estás inquieta y preocupada por muchas cosas. Sólo hace falta una cosa. María ha elegido la mejor parte y no se la quitarán”.    Lucas 10:40-42

Jesús era muy amigo de Marta, María y Lázaro. Visitaba con frecuencia su casa, que estaba a poca distancia de Jerusalén. En esta ocasión, cuando Jesús visitaba su casa, una de estas hermanas, María, se había puesto a los pies de Jesús, escuchándole y conversando con Él. Marta estaba ocupada con los detalles importantes de la hospitalidad y parecía estar molesta con María, por lo que se enfrentó a Jesús, pidiéndole que le dijera a María que la ayudara. Pero al hacerlo, también estaba intentando, sin saberlo, disuadir a María del propósito más importante de su vida.

Cuando María se sentó a los pies de Jesús, nos dio un ejemplo del enfoque más importante que debemos tener en la vida. Aunque nuestros días estarán llenos de muchos deberes necesarios, como cocinar, limpiar, trabajar, entretenerse y cuidar de los demás, nunca debemos olvidar aquello para lo que fuimos hechos y lo que haremos por toda la eternidad: la adoración de nuestro glorioso Dios.