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La fuga de cerebros es la pérdida que sufre una región como consecuencia de la emigración de una persona (altamente) cualificada, mientras que la ganancia de cerebros es cuando un país se beneficia como consecuencia de la inmigración de una persona altamente cualificada.
La fuga de cerebros tiene un impacto socioeconómico en las regiones afectadas. La fuga de capital humano, más conocida como fuga de cerebros, es un problema al que se enfrentan muchas partes de Europa. Se caracteriza por la emigración de trabajadores altamente cualificados a otros países. En la UE, países como Rumanía, Polonia, Italia y Portugal se ven especialmente afectados por la fuga de cerebros, mientras que otros países como Suecia, Irlanda, Estonia y Dinamarca notan el efecto contrario, es decir, la ganancia de cerebros.
El principal efecto es el “desperdicio de cerebros”. Esto ocurre cuando los trabajadores altamente cualificados se trasladan a una región con información incompleta o unilateral sobre la demanda de mano de obra/calificación y acaban desempleados o empleados en un trabajo que no requiere sus altas capacidades
La fuga de cerebros se ve afectada por factores de atracción y de empuje. Los factores de atracción son una mayor tasa de empleo, un salario más alto y la percepción de un aumento de la calidad de vida, mientras que los factores de empuje son el elevado desempleo juvenil y la alta tasa de mortalidad empresarial.
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La ciencia es una actividad global. De ahí que los países deban adoptar políticas abiertas de recursos humanos para ser competitivos a nivel internacional. Hay muchas razones para defender la movilidad transnacional en la ciencia, pero una sencilla y práctica es que las posibilidades de atraer a los individuos con más talento aumentan con el número y la diversidad de posibles candidatos, que obviamente serán mayores en la reserva mundial que en las regionales o nacionales. Por este motivo, la tasa de científicos y estudiantes extranjeros ha sido identificada durante mucho tiempo como un factor clave para la innovación y la competitividad económica. Una transferencia neta positiva de capital humano (ganancia de cerebros) a un determinado país tiene consecuencias inmediatas en la calidad de sus instituciones de investigación, tecnología y educación. También tiene consecuencias a medio y largo plazo para su capacidad de innovar y crecer, y a su vez ejerce una retroalimentación positiva que aumenta la atracción de científicos con más talento. No es de extrañar que un estudio reciente [1] en el que se analizan los datos de la encuesta GlobSci [2,3] muestre que los países desarrollados presentan una elevada proporción de científicos extranjeros, de los cuales la proporción de postdoctorales domina claramente sobre la de profesores (Figura 1).
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El 70% de los profesionales que abandonaron España lo hicieron por falta de oportunidades o en busca de mejores salarios, ofertas de trabajo y calidad de vida. En concreto, unos 87.000 trabajadores altamente cualificados abandonaron el país en la última década, según un informe titulado EU Mobile Workers elaborado por CEPS. Esta investigación aborda las tendencias recientes de la movilidad laboral dentro de la Unión Europea y considera los retos que genera en los países de origen.
Este fenómeno se conoce como “fuga de cerebros” y se refiere a la migración de trabajadores altamente cualificados (MAC). El perfil típico es el de una persona joven y muy formada que se traslada a otro país en busca de nuevas oportunidades. El estudio destaca tres aspectos principales que motivan la salida: los salarios, el desempleo y la satisfacción personal-profesional.
Los principales países que han atraído el talento emigrado son el Reino Unido y Alemania; una media de más de un millón de trabajadores cualificados en toda Europa. Además de españoles, estos países han atraído a italianos y griegos. En el caso de Italia, unos 133.000 ciudadanos hicieron las maletas y se marcharon. Este estudio subraya que, en los próximos años, estos países se enfrentarán a una posible disminución de su mano de obra como consecuencia del envejecimiento de la población. Por consiguiente, esta fuga de cerebros puede obstaculizar el desarrollo futuro.
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La persistencia de la crisis explica que muchos de los que salieron del país pensando en una experiencia transitoria hayan prolongado en realidad su estancia en el extranjero por tiempo indefinido. Algunos estudios hablan ya del llamado efecto red, que se refiere a las complejas alianzas de apoyo dentro de las comunidades de expatriados que podrían estar jugando ya un papel importante en la prolongación, originalmente no planificada, de su residencia en el extranjero. El asentamiento potencialmente permanente de este talento fuera del país puede ser perjudicial para la economía y la sociedad españolas, por la pérdida de capital intelectual que supone.