Chema García, un Teruel de la Sierra de Albarracín, Piensa en ello acostado fríamente en la cama de su casa en Bronchales y todavía no cree en el machado que hizo hace dos semanas. Ligó a 25 ciudades en la región de Albarracín. Agregó 260 kilómetros, 6,121 metros de pendiente positiva y 5,757 de descenso, más de 32 horas. Esto es lo que llamó el “Reto 260 para la Sierra de Albarracín”. “Lo pienso y lo que logré no es fácil. Caminé muy bien y rompí todos los horarios”, dice el héroe de Teruel.
Nunca olvidarás el momento en que terminó en la Plaza de la Fuente de Bronchales. “La gente de Valence y otras ciudades vecinas vinieron a darme la bienvenida. El alcalde me dio un ramo de flores antes de llegar y llegué a la meta con la ayuda de mi hijo Joel. Esto es algo que no se puede explicar ”, admite el corredor. Su pasión por correr llegó tarde. “En mi juventud, me dediqué a las fiestas y al trabajo. Crecí en las montañas trabajando en un área de picnic en Fuente del Canto. Cuando era joven, no practicaba ningún deporte y si me hubiera dedicado al atletismo, no sé a dónde podría haber ido porque tengo genética y calidad “, dice. Hoy tiene 46 años, trabaja en la planta de embotellado de Bronchales y no tiene problemas para hacerlo compatible con su deporte “. Trabajar en la planta de embotellado no requiere ningún esfuerzo importante fisico. Comencé en el maratón de Valencia, pero lo hice muy mal. Los míos son los ultras en el monte. Corrí 120 kilómetros en el G.R.-10 desde Puzol a Mansilla mientras corría ”, explica.
Durante mucho tiempo, tuvo en mente asumir su desafío. “Había planeado conectar las ciudades desde el año pasado, incluso si es un pasado cubrir tantos kilómetros. Esta región es un paraíso para ser explotado con bosques de pinos, ríos, valles, matorrales …”. Un lugar idílico en la España vacía. “Es una pena pero crucé ciudades abandonadas o con dos, tres, veinte personas …”, admite. El éxito fue doble porque se recaudaron 2.325 euros para las personas afectadas por covid-19. “Ni siquiera pensé en recolectar tanto dinero. Hubo muchas donaciones de individuos”, explica. Fueron para la compra de productos en trece supermercados en las ciudades de la región con el producto. “En cada establecimiento, se gastan 170 euros que van al Banco de Alimentos de la región”.
Comenzó su aventura en Torres de Albarracín, terminando las etapas sucesivas en Griegos, Calomarde, Jabaloyas, Valdecuenca, Monterde y el final en Bronchales. El campo de diente de sierra consistía en pendientes y algunos senderos. La etapa más larga terminó en Jabaloyas, con 47,7 kilómetros. García tuvo que superar momentos muy difíciles. “Al tercer día, tuve un momento terrible. Fue la etapa más larga y hacía mucho calor. Pero nunca pensé en retirarme. Un grupo de la ciudad me envió mensajes, recogí el dinero recaudado y no podía fallar. Y también aparecieron mi esposa y mi hijo y fue un golpe moral “, confiesa.
Otro momento clave fue el penúltimo día. “Apreté mucho, logré soltar el kilómetro durante tres minutos y tuve grandes ampollas. Tenía miedo y dudaba de una posible retirada”, admite. En cada etapa, se quedó en casas rurales. Fue apoyado por cuatro voluntarios de la región. “Fue el Ángel básico, quien me dejó musculoso todos los días. Tenían un auto que se detenía cada 15 kilómetros y me dieron agua fría, vitaminas y magnesio”. Apenas tuvo hambre en seis días. “Me alimentaba de pasta, arroz con leche, pasteles energéticos … Pero no preparé alimentos fuertes y un día solo comí carne”, dice.