Cifras violencia de genero españa

La violencia de género en españa

La vulnerabilidad de los niños a la violencia se deriva del hecho de que dependen de sus padres o cuidadores para su desarrollo, salud y bienestar. A veces se considera a los niños como propiedad de sus padres o cuidadores, en lugar de titulares de derechos, lo que les hace vulnerables a los abusos, la negligencia, la explotación y la violencia.  La dinámica de género añade otra capa de vulnerabilidad.

La violencia de género afecta de forma desproporcionada a las niñas y a las mujeres, sobre todo a través de ciertas formas de violencia como el matrimonio infantil, la violencia de pareja, la mutilación genital femenina, los asesinatos “de honor” o la trata de personas. Por este motivo, Plan International se centra en acabar con la violencia contra las niñas y las jóvenes, para satisfacer sus mayores necesidades y defender sus derechos.

Las niñas y las jóvenes suelen sufrir violencia en casa, desde castigos físicos hasta violencia sexual, emocional o psicológica. La aceptación de la violencia como un “asunto privado” a menudo impide que otros intervengan y prohíbe que las niñas y las jóvenes denuncien.

La violencia doméstica en españa 2020

La violencia de género es un fenómeno profundamente arraigado en la desigualdad de género, y sigue siendo una de las violaciones de los derechos humanos más notables en todas las sociedades. La violencia de género es la violencia dirigida contra una persona por razón de su sexo. Tanto las mujeres como los hombres sufren violencia de género, pero la mayoría de las víctimas son mujeres y niñas.

La violencia de género y la violencia contra las mujeres son términos que a menudo se utilizan indistintamente, ya que se ha reconocido ampliamente que la mayor parte de la violencia de género es infligida a mujeres y niñas, por hombres. Sin embargo, utilizar el aspecto “basado en el género” es importante, ya que pone de relieve el hecho de que muchas formas de violencia contra las mujeres tienen su origen en las desigualdades de poder entre mujeres y hombres. Los términos se utilizan indistintamente en todo el trabajo de EIGE, lo que refleja el número desproporcionado de estos delitos particulares contra las mujeres.

El Convenio de Estambul (Consejo de Europa, Convenio sobre la prevención y la lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica), como referente de la legislación internacional en materia de lucha contra la violencia de género, enmarca la violencia de género y la violencia contra las mujeres como un acto de género que es “una violación de los derechos humanos y una forma de discriminación contra las mujeres”. El Convenio de Estambul subraya que los actos de violencia de género tienen como resultado “daños o sufrimientos físicos, sexuales, psicológicos o económicos para la mujer, incluidas las amenazas de tales actos, la privación coercitiva o arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”.

Historia de la violencia doméstica en españa

El escenario político y social actual demuestra que la desigualdad y la violencia contra las mujeres es un problema estructural que afecta a todas las sociedades del mundo, incluida la española. Con el auge global del poder económico y político de la derecha conservadora, la situación se ha agravado indudablemente. Ante esto, los movimientos feministas y de mujeres han replanteado sus estrategias con el objetivo de aunar en una sola campaña todas las luchas dispares: contra el racismo; por los derechos de los migrantes; por la protección de los derechos sexuales y reproductivos; por el acceso a los servicios sanitarios, por los derechos del colectivo LGBTQI; por una vida digna y libre de violencia; y por un futuro diverso, intercultural y feminista. Esta visión haría posible un proyecto intersectorial que, sin fragmentar, concienciara sobre las violaciones de los derechos humanos de las mujeres y las niñas, mostrando a los gobiernos que la sociedad civil mundial no tolerará la violencia y está dispuesta a defender la igualdad y la no discriminación.

La necesidad de reconocer toda la magnitud de la violencia de género (VG) es una reivindicación clave del movimiento feminista español desde hace tiempo. Durante el “Paro Internacional de Mujeres” (PIM) que tuvo lugar el 8 de marzo de 2017 en varias ciudades españolas, cientos de mujeres, plataformas [1] y diversas organizaciones feministas españolas reclamaron que el Estado cumpla con su obligación de proteger contra los “viejos y nuevos” tipos de VG [2].

España violencia

El 17 de diciembre de 1997, la conciencia pública sobre la violencia de género experimentó un cambio radical y duradero en España. Ese día, Ana Orantes, una mujer de 60 años, fue quemada viva por su ex marido, en el patio de su casa, después de hablar en televisión, con toda naturalidad y sin derramar una lágrima, de las palizas, agresiones y humillaciones que había sufrido a manos de su marido durante sus 40 años de matrimonio.

Trece días antes, Ana había explicado en una tertulia de televisión cómo había presentado 15 denuncias contra él sin recibir nunca ninguna protección para ella ni para sus 11 hijos, y cómo, tras conseguir finalmente el divorcio, el juez la había obligado a compartir la misma casa que el hombre que la maltrataba, uno viviendo en el piso de arriba y el otro en el de abajo. Su ex marido hacía vida propia, había conocido a otra mujer, pero iba a menudo a la casa a ver a Ana, como hizo aquel día, después de haberla visto en la televisión, y la mató con el golpe de una cerilla y un bidón de gasolina.

Ana no recibió ningún tipo de protección, apoyo o recursos después de denunciar. No fue hasta que la asesinó que el marido de Ana ingresó en la cárcel, donde fue condenado a 17 años, pero murió en el hospital seis años después, tras sufrir un infarto en la prisión donde cumplía su condena.