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Juegos de las celulas y sus partes
Aparato de golgi
Células de fibroblastos con núcleos (azul, circular, centro), fábricas de energía (verde, rodeando el núcleo) y el citoesqueleto de actina (rojo, más exterior). Crédito: Dylan Burnette y Jennifer Lippincott-Schwartz, Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver, Institutos Nacionales de Salud.
Unas estructuras biológicas finas, parecidas a pelos, llamadas cilios, son diminutas pero poderosas. Trabajando juntos, los cilios desempeñan funciones esenciales para la salud humana, como barrer los desechos de los pulmones. Crédito: Zvonimir Dogic, Universidad de Brandeis.
Esta imagen muestra el crecimiento incontrolado de las células en la segunda forma más común de cáncer de piel, el carcinoma de células escamosas. Fotografía: Markus Schober y Elaine Fuchs, The Rockefeller University, Nueva York, N.Y.Más informaciónRecursos del NIGMS
Diagrama de la célula
Las plantas son únicas entre los eucariotas, organismos cuyas células tienen núcleos y orgánulos con membrana, porque pueden fabricar su propio alimento. La clorofila, que da a las plantas su color verde, les permite utilizar la luz solar para convertir el agua y el dióxido de carbono en azúcares y carbohidratos, sustancias químicas que la célula utiliza como combustible.
Las plantas presentan ciclos vitales que implican la alternancia de generaciones de formas diploides, que contienen conjuntos de cromosomas emparejados en sus núcleos celulares, y formas haploides, que sólo poseen un único conjunto. Por lo general, estas dos formas de una planta tienen un aspecto muy diferente. En las plantas superiores, la generación diploide, cuyos miembros se conocen como esporofitos por su capacidad de producir esporas, suele ser dominante y más reconocible que la generación gametofítica haploide. En las briofitas, sin embargo, la forma gametofítica es dominante y fisiológicamente necesaria para la forma esporofítica.
Las plantas, que se cree que evolucionaron a partir de las algas verdes, existen desde principios de la era Paleozoica, hace más de 500 millones de años. Las primeras pruebas fósiles de plantas terrestres datan del periodo Ordovícico (hace entre 505 y 438 millones de años). En el periodo Carbonífero, hace unos 355 millones de años, la mayor parte de la Tierra estaba cubierta por bosques de plantas vasculares primitivas, como los licopodios (árboles de escamas) y las gimnospermas (pinos, ginkgos). Las angiospermas, las plantas con flores, no se desarrollaron hasta el final del Cretácico, hace unos 65 millones de años, justo cuando se extinguieron los dinosaurios.
Retículo endoplasmático rugoso
En el RE se ensamblan las membranas y las proteínas que las componen. Este orgánulo contiene las enzimas que intervienen en la síntesis de los lípidos y, a medida que éstos se fabrican en el RE, se insertan en las propias membranas del orgánulo. Esto ocurre en parte porque los lípidos son demasiado hidrofóbicos para disolverse en el citoplasma.
Del mismo modo, las proteínas transmembrana tienen suficientes superficies hidrofóbicas como para que también se inserten en la membrana del RE mientras se están sintetizando. En este caso, las futuras proteínas de membrana se dirigen a la membrana del RE con la ayuda de una secuencia señal en la proteína recién traducida. La secuencia de señalización detiene la traducción y dirige a los ribosomas -que transportan las proteínas inacabadas- para que se acoplen a las proteínas del RE antes de terminar su trabajo. La traducción se reanuda después de que la secuencia de señal se acople al RE, y tiene lugar dentro de la membrana del RE. Así, cuando la proteína alcanza su forma final, ya está insertada en una membrana (Figura 1).
Las proteínas que serán secretadas por una célula también se dirigen al RE durante la traducción, donde acaban en el lumen, la cavidad interna, donde se empaquetan para su liberación vesicular de la célula. Las hormonas insulina y eritropoyetina (EPO) son ejemplos de proteínas vesiculares.
Cuadro de las partes de una célula y sus funciones
Llegados a este punto, debe quedar claro que las células eucariotas tienen una estructura más compleja que las procariotas. Los orgánulos permiten que se realicen varias funciones en la célula al mismo tiempo. A pesar de sus similitudes fundamentales, existen algunas diferencias notables entre las células animales y las vegetales (véase la figura 1).
Las células animales tienen centrosomas (o un par de centriolos) y lisosomas, mientras que las células vegetales no los tienen. Las células vegetales tienen una pared celular, cloroplastos, plasmodesmos y plastos de almacenamiento, así como una gran vacuola central, mientras que las células animales no la tienen.