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Como empezo la vida en la tierra
Historia de la vida humana en la tierra
Hoy damos por sentado que vivimos entre diversas comunidades de animales que se alimentan unos de otros. Nuestros ecosistemas están estructurados por relaciones de alimentación, como las orcas que se alimentan de focas, las cuales comen calamares, que se alimentan de krill. Estos y otros animales necesitan oxígeno para extraer energía de sus alimentos. Pero la vida en la Tierra no era así.
Las pruebas de este Gran Evento de Oxidación están registradas en los cambios en las rocas del fondo marino. Cuando hay oxígeno, el hierro reacciona químicamente con él (se oxida) y se elimina del sistema. Las rocas que datan de antes del acontecimiento están rayadas con bandas de hierro. Las rocas que datan de después del evento no tienen bandas de hierro, lo que demuestra que el oxígeno ya estaba presente.
Estos grupos de células especializadas que cooperan entre sí acabaron convirtiéndose en los primeros animales, que según las pruebas de ADN evolucionaron hace unos 800 millones de años. Las esponjas fueron uno de los primeros animales. Aunque los compuestos químicos de las esponjas se conservan en rocas de hasta 700 millones de años, las pruebas moleculares apuntan a que las esponjas se desarrollaron incluso antes.
Libro cómo empezó la vida en la tierra
Se han encontrado pruebas de las formas de vida más antiguas de la Tierra en los precipitados de las chimeneas hidrotermales[1][2][3] Las primeras formas de vida conocidas en la Tierra son supuestos microorganismos fosilizados encontrados en los precipitados de las chimeneas hidrotermales, cuya antigüedad se considera de unos 3.420 millones de años[1][2]. Hace 77.000 millones de años, y posiblemente hasta 4.280 millones de años[2] o incluso 4.410 millones de años[4][5], es decir, poco después de que se formaran los océanos, hace 4.500 millones de años, y después de la formación de la Tierra, hace 4.540 millones de años[2][3][6][7] Las primeras pruebas directas de vida en la Tierra son microfósiles de microorganismos permineralizados en rocas de chert australiano de 3.465 millones de años[8][9].
La edad de la Tierra es de unos 4.540 millones de años;[49][50][51] las primeras evidencias indiscutibles de vida en la Tierra datan de hace al menos 3.500 millones de años.[52][53][54] Algunos modelos informáticos sugieren que la vida comenzó hace tan solo 4.500 millones de años.[4][5]
Un informe de diciembre de 2017 afirmó que las rocas de chert australiano de 3.465 mil millones de años de antigüedad contenían microorganismos, la evidencia directa más temprana de vida en la Tierra.[8][9] Una publicación de 2013 anunció el descubrimiento de fósiles de esteras microbianas en 3. En rocas metasedimentarias de 3.700 millones de años del suroeste de Groenlandia se descubrieron evidencias de grafito biogénico[59] y posiblemente estromatolitos[60][61][62], que se describieron en 2014 en la revista Nature. Se encontraron posibles “restos de vida” en rocas de 4.100 millones de años en Australia Occidental y se describieron en un estudio de 2015.[63] En julio de 2021, los investigadores informaron del hallazgo de la primera vida fósil conocida en la Tierra, en forma de “microfósiles filamentosos putativos”, posiblemente de metanógenos y/o metanotrofos, que vivieron hace unos 3.420 millones de años en “un sistema de vetas hidrotermales del paleosubterráneo del cinturón de piedra verde de Barberton en Sudáfrica”[1][64].
Los orígenes de la vida
¿La existencia de la vida en la Tierra es una casualidad afortunada o una consecuencia inevitable de las leyes de la naturaleza? ¿Es sencillo que la vida surja en un planeta recién formado, o es el producto prácticamente imposible de una larga serie de acontecimientos improbables? Los avances en campos tan dispares como la astronomía, la ciencia planetaria y la química prometen ahora que las respuestas a estas profundas preguntas pueden estar a la vuelta de la esquina. Si resulta que la vida ha surgido en múltiples ocasiones en nuestra galaxia, como esperan descubrir los científicos, el camino hacia ella no puede ser tan difícil. Además, si la ruta de la química a la biología resulta sencilla de recorrer, el universo podría estar repleto de vida.
El descubrimiento de miles de exoplanetas ha provocado un renacimiento de los estudios sobre el origen de la vida. Una sorpresa sorprendente es que casi todos los sistemas solares recién descubiertos son muy diferentes del nuestro. ¿Significa eso que algo en nuestro propio sistema, muy extraño, favorece la aparición de la vida? Detectar signos de vida en un planeta que orbita alrededor de una estrella lejana no va a ser fácil, pero la tecnología para detectar sutiles “biofirmas” se está desarrollando tan rápidamente que, con suerte, podremos ver vida lejana en una o dos décadas.
El origen de la vida
Tendemos a aceptar que es natural que los seres humanos habiten el cosmos. Nos preguntamos cómo podría ser de otro modo. ¿Qué sentido tendría el universo si no nos hubiera permitido existir? Esta mala interpretación del llamado principio antrópico, que según el astrofísico y divulgador Ethan Siegel es “la idea más maltratada de la ciencia”, suele llevar a un corolario: si nosotros estamos aquí, ¿por qué no muchos, muchos millones de otros? Otro principio, el de la mediocridad, sugiere que nuestra galaxia o la Tierra no tienen nada de especial. Y, sin embargo, hasta ahora no sólo desconocemos la existencia de nadie más, sino que aún no hemos encontrado un planeta similar al nuestro. La vida está lejos de ser inevitable, dicen los científicos, y nuestra presencia aquí puede ser simplemente el resultado de una serie de eventos afortunados, como premios de una lotería cósmica que muchos otros planetas perdieron en algún momento de su historia.
La existencia de la vida en la Tierra se apoya en cinco pilares principales: la distancia al Sol, ni demasiado cerca ni demasiado lejos, lo justo para que haya agua líquida; el núcleo magnético, que protege la atmósfera del arrastre del viento solar y la vida de la radiación cósmica; la propia atmósfera, cuyo efecto invernadero impide que el agua se congele; el agua, naturalmente, el disolvente universal de la vida; y, por último, el oxígeno, que nos permite respirar.