Era un poco como la vieja normalidad. Casademont Zaragoza era muy similar a él mismo, lo que dice mucho en las circunstancias. Fue cada vez menos, siempre se mantuvo en el partido, no se desesperaba a pesar de los descensos casi siempre, luchó con todas sus armas, aprovechó al máximo sus virtudes e intentó camuflar sus defectos y sus ausencias. Pero todavía no pudo comenzar con la victoria en esta fase final de Valencia. El partido contra Burgos (86-92) se le escapó cuando había hecho lo más difícil, salir adelante en la etapa decisiva. No es un buen resultado, pero tampoco es definitivo. Valence espera a Casademont mañana al final de la temporada sin descanso.
En este nuevo baloncesto, la intensidad de la alta competencia se mezcla con el sonido de las canchas del vecindario. El rebote de la pelota, los gritos entre compañeros de equipo desde el banco y el crujir de los zapatos contra el piso, son la nueva banda sonora en ausencia de los fanáticos. En este entorno, es normal creer que se está jugando una fase final, que hay semifinales en juego. El Casademont entró en algo frío, le tomó unos minutos recuperar el ritmo y sufrió hace mucho tiempo.
La ausencia de hasta tres centros por varias razones dejó a Hlinason solo en el quinto y el islandés también tuvo problemas para ingresar al partido. A esto se sumaron los continuos problemas del equipo de Fisac para defender el bloqueo y la continuación que dejó la mesa bajo el dominio absoluto de San Pablo Burgos. De dos en dos, los castellanos dominaron, algo más seguro en su puesta en escena. Casademont sobrevivió en una base triple. Poco a poco, encontró su mejor ritmo ofensivo, moviendo la pelota más lejos, buscando y encontrando a sus mejores hombres. El éxito externo lo mantuvo en el juego durante el primer juego, pero sus opciones de partido mejoraron por detrás.
SALDO / En la segunda parte, las fuerzas fueron mucho más equilibradas, los éxitos como los errores se distribuyeron mucho más. Casademont continuó registrando un gran éxito de tres y forzó algunos errores más de Burgos. Sin embargo, todo Fisac se acercó y se acercó sin exceder el empate. Hubo el Casademont habitual, el de toda la temporada. Un equipo que insiste y que insiste, que pone el rasmie, la fe y el deseo. Terco como un buen aragonés.
Estaba jugando más sin centro que con Hlinason, tenía rayas Krejci mientras que el resto de la Generación Z se quedó para un papel más testimonial. Tenías que intentar ganar. Ennis era confiable, Brussino parecía mostrar que no había perdido ni la muñeca ni los resortes, entonó Benzing. Y Casademont fue el más difícil, su primera ventaja del juego a tres minutos del final con una racha de 12-0 (84-82). Pero en este último momento, el San Pablo Burgos falló menos y, finalmente, una técnica para Ennis dejó al equipo aragonés sin opciones. El Casademont remaba y remaba pero se quedaba en la orilla. Lástima, pero el equipo aragonés no tiene tiempo para llorar. Pero levántate y vuelve a intentarlo mañana.