El 7 de julio siempre ha sido especial. Fue el día en que todos los pilotos de Movistar, antes Caisse d’Epargne, Banesto y primeros Reynolds, aparecieron en la salida del Tour con un pañuelo rojo anudado al cuello. No era un pañuelo cualquiera, era el “ pañuelo ”, como símbolo del Día de San Fermín y para defender el carácter navarro del equipo fundado por José Miguel Echávarri y cuyo trabajo siguió Eusebio Unzué.
Primero se esperaba a los pasajeros al lado de los autos del equipo, luego frente al autobús. Salieron con el “pañuelo” rojo y se dejaron fotografiar. En ese tiempo lejano, es decir antes del coronavirus, los ciclistas se acercaron al público y se dejaron tocar y, sobre todo, se conservó la instantánea del recuerdo; una foto al lado de Miguel Indurain, Pedro Delgado, Abraham Olano, José María Jiménez, Óscar Pereiro y, siempre, Alejandro Valverde.
Ni Sanfermines, ni nada en absoluto
Incluso puedes recoger el “Pañuelos” porque cada año se registraba una denuncia diferente; de 1983 a 2019. Este año seguramente no fue necesario pedirlos, ni registrar nada, porque para no tener, ni estar, Sanfermines en Pamplona, ni Tour en el mes de julio, ni nada ciclista ni fiesta que pudiera animar a Induráin desde su refugio navarro.
Induráin ya ha dejado de correr y de ganar el Tour desde hace muchos años. La organización intenta rendirle homenaje en cada edición. Le dedica habitaciones en instalaciones improvisadas, pero a Miguel nunca le gustaron los homenajes. Tuvo una salida traumática – ahora que las salidas traumáticas de deportistas estrella de sus equipos de toda la vida están de moda – de Banesto, con una ruptura en las relaciones con Echávarri. Fue hace 24 años y nunca jamás nadie ha podido escuchar públicamente una denuncia de Induráin. En las raras entrevistas que ha concedido, nunca ha criticado; nada de nada. También es cierto que Echávarri, aparte de lamentar la forma en que terminaron, nunca lo criticó.
Lo que dicen los futbolistas pasó, lo que pasa en el vestuario, se queda en el vestuario. A Induráin le encanta, sigue disfrutando, pedalear y dar un sinfín de recorridos en bicicleta donde siempre sigue terminando entre los mejores. Y cuando acelera hacia un puerto a su paso, se forma una fila de ciclistas que poco a poco van perdiendo contacto con su rueda.
La gira de los hombres enmascarados
Los “ pañuelicos ” que se dice “ pañuelicos ” tampoco se ven en el Tour, entre otras cosas porque este año la ronda francesa ha expirado su 7 de julio, pero también con el resto de días que tiene. había asignado en su mes por excelencia. Y los “pañuelos” han sido reemplazados por máscaras. Me gusta repetir: es el Tour Masked Men’s.
Y, además, si al público se le permitiera ingresar a la zona restringida de salidas o llegadas, algo que este año está prohibido en la lucha contra COVID-19, la colección de aficionados al ciclismo se pone las zapatillas recogiendo sus propias máscaras comunes a cada equipo e, incluso, la institucional del Tour de Francia.
Colección de máscaras
Es una locura. Te encuentras con alguien que discretamente se baja la máscara para decir “sí, soy yo”, porque a veces es difícil reconocernos. Solo nos saludamos con los codos. Los besos, esos besos que a los franceses les encanta dar sin censura por sexo, también están muertos. Y nosotros somos los enmascarados, los enmascarados del Tour.
Y ojalá este sea el último en correr en estas condiciones para que en unos años cuando veamos las fotos y nos identifiquemos con la máscara, podamos decir “No hay duda de esta foto, pertenece al Tour 2020, el que terminó en París casi en otoño”.